BRASSAÏ: El aseo
Si, estoy segura de que la mañana es fría y también es pobre. Por contraste, la jornada será larga
y de duro trabajo. Quizás por eso el cuerpo se encorva forzado e indeciso sobre
el agua escasa y nada corriente de la palangana. El suelo de este cuarto parece
una piel vieja y sabia...casi milenaria. Hay ojos que están mirando: el espejo observa triste, como impotente, casi
enfadado, la miseria de la habitación; el ojo de la ventana, de par en par,
observa ávido de deseo la desnudez ensimismada de la mujer, casi la toca, sí,
la toca suavemente, la acaricia, la luz roza su espalda y se deja caer insinuando sus vértebras. Pero ella no lo nota, no se sabe mirada por eso no se disfraza
de seducción ni se enmascara de vergüenza. Indiferente a todas las miradas ella tan
sólo está ahí, desnuda, pobre, cotidiana, íntima…quizás por eso resulta
tan sensual, tan bella.
Una vez, en el Prado, conocí brevemente a un hombre ciego al que su mujer le narraba los cuadros. Recordando a esta extraña y entrañable pareja, que compartían mirada e historias, cuento aquí algunas fotografías que me gustan mucho.
ResponderEliminarMe gusta, le sacas mucho partido a la imagen, y me has sorprendido en algunas comparaciones...jjejeje, muy bien oye. Es un comentario con enjundia.
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