viernes, 25 de noviembre de 2011

ATRIBUTOS FEMENINOS

Históricamente la feminidad ha sido una construcción masculina. La mujer ha sido, y en parte sigue siendo, un mito patriarcal. Ser mujer ha sido “ser de” en los tiempos más terribles del patriarcado o “ser para”. Hija de, esposa de, hermana de, madre de…y obviamente a esta definición se le asocian comportamientos, actitudes, pensamientos e incluso sentimientos propiamente femeninos. Porque eres esto entonces piensas esto, haces esto, sientes esto. Y si no es así es que eres incapaz, una enferma, una mala mujer o incluso una loca. No es simplemente la dependencia económica la que ha relegado a la mujer a una identidad alienada, extraña, construida por otro, dependiente. Hoy, liberadas de la dependencia económica, seguimos pagando el tributo, la deuda identitaria pues lo que una es lo sigue siendo en función de la aceptación o no de esa definición patriarcal de mujer. A mi condición de mujer se le añaden, un montón de adjetivos…”soltera”, “sin hijos”, “libre de ataduras”… y hay todo un imaginario muy machista que, como un resorte, salta detrás de esas palabras “¿cómo es posible que una chica como tu no tenga novio?”, “se te va a pasar el arroz”, “como no eres madre no lo puedes entender”. Incluso hay que hacer a veces un sobre esfuerzo de aceptación y reafirmación personal para no caer en la trampa de todos esos comentarios, de ese cotidiano juicio de valor que hacen hombres y mujeres también, de ese imaginario protector, en el mejor de los casos, en el peor, muy despectivo.

Todavía hoy muchas mujeres deben aceptar esa definición de otros para sobrevivir. Su elección es vivir alienada y mutilada o morir. Algunas tenemos la suerte de que la elección no es tan dramática. Pero lo que es seguro es que toda mujer ha tenido que pedir perdón alguna vez por ser ella misma. Perdón por no esperar y tomar la iniciativa,  perdón por hablarte de tu a tu porque soy inteligente también, perdón por tener una intensidad y profundidad que te asustan, perdón por no amoldarme a tu manual de instrucciones sexuales sobre el cuerpo femenino, perdón por no querer tener tus hijos, perdón por no llegar a todo…en definitiva, perdón por no seguir las reglas de juego y no ser lo que se supone que debe ser una mujer. Y lo que es peor… toda mujer que se elige a sí misma ha tenido primero que darse cuenta de que no hace nada malo siendo ella misma. Y ha tenido que disponerse a pagar un precio por su elección. Creo que no hace falta decir cuál es, todos lo sabemos.

Hoy en día sigue siendo muy difícil ser una misma y no estar sola. De hecho qué mujer no se ha sentido culpable por desear salir corriendo de la multitud de "obligaciones" que culturalmente en las relaciones de pareja y familiares se le imponen. Qué mujer no se ha sacrificado (y pensemos en todos los sentidos de la palabra sacrificio) por amor. Es la mujer la que sigue llevando el peso y el sostén de las relaciones familiares, la que más se ocupa de los hijos, la que se ocupa de los familiares enfermos, la que sacrifica su vida profesional o simplemente sus momentos de ocio por las responsabilidades que tener una familia conlleva; me atrevería a decir, incluso, que la mujer, ante los problemas normales de la pareja, es la que toma las riendas y les pone voz y palabra. Los Estados democráticos elaboran leyes de conciliación de la vida laboral con la familiar, leyes de dependencia que descarguen a las familias (más bien a la mujer) del cuidado de los enfermos y leyes de violencia de género que protejan a la mujer de sus propias “parejas”. Tenemos, pues, a estas alturas de la historia, que en el espacio más íntimo de las relaciones humanas, la pareja y la familia, la desigualdad entre sexos y la insatisfacción personal (no sólo de las mujeres, también de muchos hombres) sigue imperando. Seguimos estando bajo el signo de las relaciones de poder, no de las relaciones de igualdad. La violencia de género pone quizás de relieve la necesidad de revisar sobre qué valores sociales y culturales se ha gestado no sólo la identidad femenina, sino también la masculina.  Deberíamos revisar también el concepto de”hombre” que manejamos en nuestras sociedades y que quizás tiene mucho que ver con los valores del éxito, la competitividad, el poder y el dominio, la fuerza, la seguridad.  Quizás (y sólo es un quizás, yo no tengo las claves)  en las relaciones seguimos esperando que el otro, no sea un otro libre e independiente, sino tan sólo un otro hecho a la medida de nuestras necesidades. A menudo se oye decir “estamos hechos el uno para el otro”, “es mi media naranja”, “me hace feliz”, “te necesito”.  Quizá establecer una pareja, amar, no sea lo mismo que ir al mercado a por lo que necesito. Es terrible decirlo pero creo que también consumimos amor...también sentimos neoliberalmente, también queremos "tener a alguien".Despertemos ya de este pensamiento y sentimiento del dominio: sólo se poseen cosas, no se puede poseer a nadie a no ser que se le cosifique, se le anule, se le haga sentir culpable. Un compañero, una compañera, no es un pelele hecho a la medida de nuestras necesidades y nuestros miedos. Amar a alguien es quererle como es, diferente a mi, con voluntad propia, libre para quedarse o irse. Quizás, y lo digo para todos, para hombres y mujeres, deberíamos basar nuestras relaciones no sobre nuestras necesidades y carencias, sino sobre el conocimiento profundo del otro y el apoyo mutuo, la cooperación, no la dependencia. Yo no quiero que mi pareja sea una solución a mis carencias, soy una mujer adulta e independiente como para resolverlas sola: a veces me siento insegura, pero no quiero un protector, puedo sobreponerme a esa inseguridad y tan sólo necesito apoyo; a veces me siento frustrada porque la vida es lo que me ocurre mientras yo hago otros planes, pero no quiero que me hagan feliz (quiero tener  yo responsabilidad en eso), tan sólo necesito apoyo. Apoyarse, no es depender; cooperar no es mandar. El día que el amor no se exprese en los términos dependientes de las frases anteriores sino en frases como “nos cocemos tan bien el uno al otro”, “somos naranjas enteras que comparten su vida”, “somos felices juntos”, “te quiero libre”,  quizás ese día  amarse no sea un juego de poder y dependencia.

 Espero que llegue el día en que seamos personas y no mitos, ni la mujer es dulce, maternal, complaciente, pasiva y frágil, ni el hombre es un pilar de fortaleza, protector, fuerte y donador y tenedor del ser de nadie. Espero que nos relacionemos esperando del otro sólo lo que desde su libertad él quiera poner en juego y no nos reprochemos ser lo que nos dé la gana ser. No sé si es que tengo el atributo femenino de la ingenuidad y de la esperanza…

martes, 8 de noviembre de 2011

EL HILO DE LA VIDA

A veces el tejido de la vida se me deshilacha
y por sus heridas entra un viento gélido a mi casa

¿Dónde te escondes ahora, Señora del Laberinto,
dónde está tu generoso hilo para guiarme?
Lo más puro de Ariadna lo desmadejó aquel fundador
en ruinas. No te lamentes, tu también querías que fuera de paso...
pero perdiste el paso de las musas de trenzas violeta

¿O tú, Penélope, dónde estás?
de ti jamás supe aprender a esperar 
tejiendo de día… pueril y casta,
destejiendo de noche… taimada y paciente.

                            Ya es tarde para jugar a ser otra.

Vendrán  las inexorables hermanas,
las repartidoras que siempre trabajan lento.
Hilando, dando medida y un día cortando la hebra.

Hasta esa hora, muy poco a poco (tic-tac-tic-tac)
se irá apagando mi fuego,
que nunca supo cómo hacer hogar.