A veces el tejido de la vida se me deshilacha
y por sus heridas entra un viento gélido a mi casa
¿Dónde te escondes ahora, Señora del Laberinto,
dónde está tu generoso hilo para guiarme?
Lo más puro de Ariadna lo desmadejó aquel fundador
en ruinas. No te lamentes, tu también querías que fuera de paso...
pero perdiste el paso de las musas de trenzas violeta
pero perdiste el paso de las musas de trenzas violeta
¿O tú, Penélope, dónde estás?
de ti jamás supe aprender a esperar
tejiendo de día… pueril y casta,
destejiendo de noche… taimada y paciente.
Vendrán las inexorables hermanas,
las repartidoras que siempre trabajan lento.
Hilando, dando medida y un día cortando la hebra.
Hasta esa hora, muy poco a poco (tic-tac-tic-tac)
se irá apagando mi fuego,
que nunca supo cómo hacer hogar.
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